La Risoterapia es una vivencia social gratificante, inolvidable, placentera y positiva para quienes la experimentan. Produce una positiva e inmediata experiencia tanto fisiológica como emocional; contrarresta el aislamiento, funcionando como un verdadero antídoto contra la sensación de soledad.
A diferencia de la risa natural que por lo general ocurre de forma involuntaria, la Risoterapia utiliza la llamada “Gimnasia de la Risa” que lleva a cabo ejercicios físicos que producen por voluntad propia risa artificial. Los efectos de este tipo de risa son absolutamente similares a la risa natural y por lo tanto logran el mismo resultado terapéutico. Ni la mente ni el cuerpo reconocen diferencia alguna entre estos dos tipos de risa. El cerebro, en tal caso, no logra distinguir la diferencia entre lo real y la fantasía. Por otra parte, la risa artificial puede llegar a producir risa natural, pero ello no resulta imprescindible. Este tipo de risa artificial, que es el caracteriza a la Risoterapia, es una risa irracional que carece de motivo alguno. Lo que se pretende, como táctica de trabajo, es que el participante en este tipo sui generéis de terapia llegue a reírse del mismo hecho de que se está riendo.
Para lograr un efecto terapéutico óptimo no es suficiente con simplemente reír es necesario lograr que broten, desde lo más interno de nuestro ser, carcajadas abiertas, descontroladas, irracionales y profundas de forma tal que se logre el mayor vaciamiento pulmonar posible. De lo que se trata es de reír con todo el cuerpo (como lo hacen los niños) para poder lograr un bienestar general y adoptar así estados de ánimo positivos. Debido a que la risa tiene un efecto contagioso, la participación en los talleres de Risoterapia resulta muy productivo para las personas que usualmente no se ríen o que les cuesta mucho trabajo hacerlo.
Gracias a la Risoterapia logramos que desde lo más interno de nuestro ser brote una risa tan intensa como benefactora que nos permite sentirnos mejor con nosotros mismos ya que logramos desinhibir nuestras experiencias negativas. Se trata de una risa incondicional, imitando la risa con la que nacemos (que para que ocurra no requiere ni de comedias, ni de cosquillas, ni del humor, ni de chistes, ni de nada); es, una vez más, la risa por la risa misma, reír por el simple hecho de reír.