El sueño es tan importante para el ser humano como la alimentación o la ingestión de líquidos, entre otras razones porque durante ese tiempo tienen lugar múltiples reacciones metabólicas que favorecen el buen funcionamiento del organismo. Además, dormir es una muy buena forma de ayudar no sólo al cuerpo sino a la mente ya que es la mejor manera de relajarnos.
Si uno no duerme el tiempo suficiente para reponerse, puede comenzar a padecer de estrés o el que ya tiene puede empeorar, puede adquirir enfermedades cardíacas y por otra parte, el cuerpo tratará de obtener energías exhortándolo a ingerir grandes cantidades de comida. De igual forma, si duerme mal tampoco estará en condiciones de combatir las enfermedades afines al estrés. Si duerme correctamente, podrá encarar mejor sus problemas cotidianos.
Trate de dormir un mínimo de siete horas diarias. No obstante, determine cuántas horas realmente necesita usted para recuperarse totalmente. Tenga en cuenta la recomendación de uno de los más grandes pensadores de la humanidad, Sócrates de Atenas (469-399 a.n.e.) cuando dijo: “conócete a ti mismo”. Una vez que haya precisado dicho horario personal, trate de cumplirlo totalmente levantándose y acostándose a las mismas horas siempre para respetar su propio reloj biológico.
Ni el cerebro ni el resto del organismo funcionan correctamente cuando están fatigados. Si las horas nocturnas de sueño le resultan escasas, es recomendable tomar durante el día una breve siesta. Evite, a toda costa, consumir somníferos. La habitación de su hogar destinada a dormir sólo debe ser utilizada con ese único propósito porque con ello le está enviando un mensaje subliminal al subconsciente de que al entrar en ella comenzará su relajación y su descanso. Garantice, con unas buenas persianas, que no le moleste la claridad. Mientras duerme no debe existir ninguna luz encendida, ni siquiera el despertador debe permanecer iluminado. Impregne el dormitorio con su fragancia preferida y procure que esté a prueba de ruidos o utilice tapones en los oídos. La temperatura ideal para dormir bien es de aproximadamente unos 72 grados Fahrenheit (22 grados Centígrados). A los efectos de garantizar un sueño fructífero, mantenga siempre completamente limpia la ropa de cama y rote periódicamente sobretodo la funda de la almohada.
ANTES DE DORMIR NO CONSUMA:
- alcohol
- café
- comidas grasosas
- chocolate
- drogas (de ningún tipo)
- picantes
- té.
Además de los estimulantes antes mencionados, tampoco se deben ingerir comidas o líquidos cuando se está próximo a dormir a los efectos de no interrumpir el sueño al tener que ir al baño.
Es muy importante disponer de un colchón y una almohada confortable para garantizar un buen descanso. Recomendamos el uso de los modernos colchones de espuma con memoria y las almohadas elastométricas que permiten alinear correctamente la cabeza con el resto del cuerpo.
Antes de dormirse procure relajarse y/o puede repetir varias veces el Salmo bíblico 4:8 que dice: “En paz me acostaré, y así mismo dormiré”. El descanso es uno de los principales mandamientos de la ley de Dios. En Eclesiastés 4:6 dice la Biblia: “Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de tu espíritu”.
No vea, lea, ni escuche noticias antes de dormir ya que es muy probable que no pueda gozar del sueño reparador que tanto necesita. Si no logra conciliar el sueño no se quede en la cama, levántese y realice alguna actividad útil, de relajación o lectura. Investigue por qué es que no puede dormir bien o por qué está padeciendo de insomnio.