No trate de hacer más de lo que realmente puede. De lo contrario siempre estará condenado a cosas a medio terminar. Ser complaciente en todo momento puede causarle estrés. Enséñeles a otras personas cómo se hacen las cosas que normalmente hace usted. No acepte compromisos que de antemano sabe que no puede cumplir. Responder afirmativamente a una petición a sabiendas de que no puede realmente satisfacerla le causará más daños que beneficios.
Ya Sigmund Freud (1856-1939) había alertado que cuando aceptamos hacer algo que en realidad no queremos se produce un conflicto mente-cuerpo. Y en nuestros días, la ciencia ha comprobado que: en efecto la desarmonía que se experimenta al inhibir nuestros deseos reales es una importante fuente generadora de distrés a la cual los psicoterapeutas le llamamos “supresión”. Por lo tanto, no tenga miedo a decir que “no” a pedidos que le demanden energía y tiempo. Sabemos que no es fácil desprenderse del mal hábito de querer complacer siempre a todo el mundo, pero por su bien comience a ensayar, desde hoy mismo, diferentes formas de declinar amable y firmemente las peticiones que no pueda satisfacer. También, puede optar por no dar la respuesta de manera inmediata solicitando cierto tiempo para responder y/o hacerlo por escrito.