Los mayores enemigos que tiene el cuerpo humano no son ni las bacterias ni los microbios sino los malos pensamientos y las experiencias negativas a que lo exponemos, por ello: una mente sana garantiza un cuerpo sano. Cada pensamiento negativo nuestro hace que el cerebro produzca cadenas de aminoácidos que reparten (mediante las células nerviosas) por todo el cuerpo, órganos y tejidos un verdadero mensaje venenoso que afecta directamente al sistema inmunológico al dañar los mecanismos naturales de defensa llamados linfocitos. Para ejemplificar lo antes dicho tomemos como referencia al miedo; esta emoción estresante por sí sola activa no menos de treinta neurotransmisores y hormonas distintas que ocasionan aproximadamente unas mil cuatrocientas reacciones físico-químicas causando perjudiciales trastornos a la salud en general.
Los estados mentales asociados a una actitud mental positiva tales como: la felicidad, el amor, el optimismo, la satisfacción, la esperanza y la alegría no sólo reducen el estrés sino que aumentan las expectativas de vida ya que disminuyen los niveles de Cortisol (la hormona que en condiciones de distrés obstaculiza al sistema inmunológico y nos corroe por dentro).
Los seres humanos negativos tienden a ser repelidos por la sociedad, mientras que los positivos tienen muchas amistades. Haga que no lo derroten las derrotas. Sea siempre optimista, muy optimista. Vea las adversidades y los cambios que se operan en su vida sólo como lecciones para salir adelante. No valore los supuestos tormentos de su existencia como si fueran castigos sino como oportunidades para fortalecerse. Convierta los reveces de la vida en victorias personales. Alguien dijo que: “Para lograr algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca hiciste”. Piense que si Dios le quita aquello que tiene, no necesariamente le está castigando sino que tal vez está abriendo sus manos para que reciba algo mejor.
Mire siempre el vaso medio lleno. Según P. Faber: “Felices aquellos que tienen el don de descubrir el lado luminoso de todas las cosas”. Todo, dice mi sabia madre, depende del cristal con que se miren las cosas. La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad depende de la persona que lo aprecia. El famoso dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616) pone en boca de su personaje Hamlet las siguientes palabras: “No hay nada malo ni bueno en sí mismo, es nuestro pensamiento quien lo transforma”.
No adopte una posición nihilista ante la vida, por el contrario intente sacar todo lo positivo hasta de lo negativo. Lo que hoy vemos como una desgracia mañana podremos verlo como algo que fue necesario y hasta provechoso. Lo que hoy le puede parecer un problema, mañana puede resultar ser un útil aliado que le dará fortaleza.
En la vida también aprendemos a fuerza de los golpes que recibimos. Muchas veces, no hay mal que por bien no venga. De los pesimistas no se ha escrito nunca nada. El poeta indio Rabindranath Tagore (1861-1941) escribió: “Si de noche lloras porque se ha ido el sol, tampoco podrás ver las estrellas”. Practique la antigua técnica japonesa del Mitate o arte de ver las cosas cada día con la frescura de la primera vez.
El muy conocido pintor español Pablo Picasso (1881-1973) dijo: “Hay personas que transforman el sol en una simple mancha amarilla, pero hay también quienes hacen de una simple mancha amarilla el propio sol”. Para que sea testigo de verdaderos milagros, lo invito amigo lector a que sustituya los “no puedo” por “si puedo”.
EXTIRPE DE SU VOCABULARIO LAS SIGUIENTES PALABRAS Y/O EXPRESIONES:
algún día… cuando tenga… imposible… jamás… me gustaría, pero… nunca… si tan sólo… si yo fuera… si yo tuviera… tengo miedo de…
La vida es como un eco, luego, si le desagrada lo que está percibiendo, póngale mucha atención a lo que está diciendo / repitiendo. Tenga siempre presente que mientras la toxicidad mental nos enferma, el pensamiento positivo es esencialmente curativo. El filosofo y guía espiritual norteamericano Ernest Holmes (1887-1960) escribió: “Generalmente, siempre estamos afirmando algo, ya sea para bien o para mal. Siempre estamos diciendo “yo puedo” o “yo no puedo”. Lo que necesitamos hacer es eliminar lo negativo y acrecentar lo positivo. Al hacer esto, gradualmente iremos adquiriendo el hábito de pensar positivamente”.
Cambiando su manera de percibir mentalmente las cosas y poniendo todo su empeño en lograrlo (con paciencia y perseverancia) usted puede cambiar para bien su vida. No permita que las emociones tóxicas le consuman su potencial y su bienestar; réstele todo el espacio que pueda en su mente porque de lo contrario la abarcarán completamente y desplazarán las emociones positivas.
Ser negativos ante la vida es una muy cómoda actitud, sin embargo para lograr tener una actitud mental positiva es necesario poseer autodisciplina. Ser positivos nos recompensa mucho ya que permite, entre otras muchas bondades, disfrutar de buena salud. La conocida activista política norteamericana Helen Keller (1880-1968) dijo: “El carácter no se desarrolla en la serenidad y la tranquilidad. Sólo a través de experiencia, de prueba y sufrimiento podemos fortalecer el alma, aclarar nuestra visión, estimular nuestra ambición y alcanzar el éxito… La maravillosa riqueza de la experiencia humana perdería parte de su alegría gratificante si no existieran limitaciones que superar. La cima de la colina no sería ni la mitad de maravillosa si no hubiera oscuros valles que atravesar”.
La felicidad es una actitud ante la vida. Usted es la única persona de la que ella depende. Determine ser feliz en cada instante de su existencia. Sea feliz a pesar de todo y de todos. Nunca acepte un “no” por respuesta. El escritor de origen escocés Bertie Charles Forbes (1880-1954) apuntó: “La Historia demuestra que la mayoría de los triunfadores notables generalmente encontraron obstáculos desalentadores antes de vencer. Ganaron porque se negaron a desanimarse por sus derrotas”.